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Rincón, Humanista |
Especiales - Noticias | |||
Miércoles, 22 de Diciembre de 2010 01:00 | |||
Rincón, Humanista - Por Luis Pla Ventura Quiénes tenemos la suerte de conocerle, su acción, a no dudar, nos estremecerá a todos. César Rincón anda impartiendo clases del humanismo que alberga su ser, de la humildad con la que transcurrió su vida, de sus penurias y fatigas que, todo junto conforma su más bella lección de cara a los demás; sus homónimos de hoy, sin duda alguna, serán sus antólogos del mañana. Colombia se siente orgullosa de su hijo ilustre. Aquel muchachito que hace ya muchos años llegó a España con la ilusión de ser torero, aquel joven que, pese a llegar a nuestro país doctorado por el maestro Antoñete en su Colombia, en Bogotá de forma concreta, no era otra cosa que un desconocido en la búsqueda de la gloria taurina. Todo un matador de toros cuando llegó junto a nosotros que, como él confesara, tenía que vivir en una humilde pensión en la que, entre otras cosas, el baño quedaba lejos y para colmo, había que compartirlo. Todos recordamos aquella su confirmación de alternativa en Madrid en que, por lo que le quisieron dar, apenas nada, hizo el paseíllo ilusionado. Le quedaba un mundo se sensaciones por recorrer. Era de desfallecer; pero su fuerza interna es la que le ayudó para superar todos los escollos que la vida le interponía. Fueron dos lustros de miserias que, pese a su galardón como matador de toros, nadie le hacía caso y, lo que es peor, hasta era humillado por su condición de extranjero. César, en su grandeza interior, nada logró doblegarle; más bien, sus penurias le iban engrandeciendo hasta lograr la rotundidad del éxito en Madrid, una plaza que, aquel inolvidable año 1991 le otorgó el honroso título de torero consentido de Madrid. Sin duda alguna, César Rincón está explicando en distintos foros colombianos lo que ha sido su vida y, la misma, como tal, la quiere exponer para dar fuerzas a los demás; si quieres, puedes, sostiene el diestro bogotano del que él es un gran ejemplo de perseverancia. Sin sospecha que nos quepa, la vida de Rincón es un ejemplo para los demás y, en su caso y junto a los suyos, un motivo de admiración y orgullo hacia el colombiano más grande que ha dado la fiesta de los toros. Cuando ya había saboreado en todas las plazas del mundo y se había convertido en torero referente para todas las ferias durante muchos años, una cruel enfermedad le alejó de los ruedos y, hasta se temió por su vida. Sin embargo, una vez más afloró el espíritu luchador de Rincón que, a fuerza de querer superar cualquier adversidad, el bogotano, una vez más salió triunfador y, cuando creíamos que habíamos salvado al hombre, aunque hubiésemos perdido al torero, César Rincón reapareció en los ruedos para dejar su impronta de siempre, para seguir siendo el torero admirado por todos los públicos, justamente, hasta finales del 2007 en que, en una tarde memorable en Barcelona dijo adiós en España y, unos meses después, hacer lo propio en Bogotá en que, con otro triunfo de clamor se alejó para siempre de los ruedos. Como explico, César Rincón no vende su grandeza, la que ha ganado jugándose la vida y teniendo su cuerpo totalmente lacerado por las cornadas; el diestro esgrime lo que ha sido su humilde vida para que los demás tomen lección. Su persona es el referente admirable de que, un ser humano, desde su humildad, de proponérselo, puede llegar hasta donde él quiera. Rincón quiso, por eso pudo."
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